martes, 6 de septiembre de 2011

El niño en el jardín, de Allen Say : "¡Qué ricura!", dijo el señor Ozu

El niño en el jardin (The Boy in the Garden), texto e ilustraciones de Allen Say.
Houghton Mifflin Books for Children, 2010
Edición en español: De momento no hay. ¿Alguien se anima?


Haz clic en la cubierta para escuchar cómo leemos El niño en el jardín (The Boy in the Garden) de Allen Say (en inglés).


The Boy in the Garden es uno de los favoritos indiscutibles de nuestro hijo. Tuvo una fase, que duró alrededor de dos meses seguidos, en la que teníamos que leérselo todas las noches. Ahora ya se le ha pasado, pero sigue siendo uno de sus libros favoritos. Aunque en términos de edad de lectura, esté dirigido más bien a niños entre 4 y 8 años aproximadamente, tiene algo que atrajo la atención de mi hijo -¡y la mantuvo!- a partir de los 22 meses más o menos. Logra transmitir una sensación de misterio que trasciende las palabras y las imágenes y, al mismo tiempo, sumerge al lector en el retraimiento de un niño con respecto a un mundo y un código de adultos que a veces puede parecer confuso e incluso cruel. Ese retraimiento o refugio en una vida mental privada, que se representa aquí como algo en última instancia positivo, incluso liberador, quizás sea algo en lo que se reconocen incluso niños tan jóvenes.

¡Nos gusta!

El texto
Este cuento tiene como trasfondo (e incluye como prefacio -también está en la grabación, aunque nosotros no lo incluimos cada vez que leemos el libro-) el cuento tradicional japonés de La grulla agradecida, en la que una grulla recompensa al hombre que la rescata de una trampa convirtiéndose en mujer y casándose con él, retirándole más tarde la recompensa cuando el hombre rompe su promesa de no mirar mientras ella teje un bello tejido para venderlo y subsistir, volviendo a su estado natural de grulla y saliendo volando. En El niño en el jardín La grulla agradecida se presenta como "El cuento que Mamá le leía a Jiro".

El niño en el jardín en sí, es la historia de la visita de año nuevo de Jiro y su padre al señor Ozu, cuyo jardín es muy famoso y cuya casa está repleta de tesoros, le advierte el padre a Jiro en tono de "no toques".

Tras saludar y aceptar el regalo de año nuevo del señor Ozu, pronto se hace evidente que es una ocasión de adultos y Jiro se aleja caminando, saliendo al jardín, donde le pica la curiosidad una grulla de pie a lo lejos. Despacio, se va acercando, manteniendo la respiración, escuchando el crepitar de las piedrecitas bajo sus pies y, cuando está a punto de tocarla, su padre interrumpe su aventura solitaria con una risotada abrupta desde la casa, señalándole que sólo era una estatua. El señor Ozu se ríe también. ¡Qué ricura!", dice.

Avergonzado, Jiro sale corriendo y se refugia en lo que al principio parece una ensoñación diurna pero acaba siendo un sueño en el que aparece la mujer grulla del cuento de su madre, un kimono justo de su talla, el propio Jiro comportándose "exactamente como Papá cuando sale a trabajar" y Jiro prometiendo no mirar cuando la mujer anuncia que se va a tejer un rato. ¡Para! grita, hasta que oye una puerta abrirse, unas voces y por fin a su padre y al señor Ozu explicándole que estaba teniendo una pesadilla. "¡Que niño tan rico!, el señor Ozu se vuelve a reir. Y el padre se ríe también.

Cuando se están yendo ya para casa, saliendo del jardín, Jiro no puede apartar su vista de la estátua de la grulla y su padre hace una especie de intento de pedir perdón, ahora que ya no hay ningún otro adulto por ahí: "Sabes, hijo, por un momento, he pensado que esa grulla  parecía de verdad". Pero Jiro le contesta: "Es sólo una estatua, Papá".

La útima escena nos muestra una grulla sobrevolando el jardín del señor Ozu a la luz de la luna mientras que Jiro, según nos dicen, duerme plácidamente en su propia cama.

Las ilustraciones
(Disculpas por las fotos tan malas, pero apenas hay ilustraciones del libro disponibles por Internet y lo único que tenía a mano era la cámara de mi teléfono. Espero mejorarlas pronto).

Las ilustraciones a lápiz y acuarela de Allen Say en The Boy in the Garden tienen algo que te introducen al observador/lector lenta pero firmemente en el libro.

No me enamoraron de inmediato. Sí, técnicamente son muy buenas, están ejecutadas de forma exquisita y son bastante sofisticadas, pero no son realmente mi estilo. Sin embargo leyendo el libro con mi hijo y fijándome en qué le llamaba la atención a él en las ilustraciones, me convencí de que tenían algo muy especial.

Say hace que Jiro y su perspectiva tiren de las ilustraciones. Es casi como ver una perspectiva distorsionada, pero que cuando la miras es perfectamente recta. Se nos muestra la historia a través de la mente del niño y se nos hace sentir a través de él la sensación de división entre los códigos y lenguages de adultos y niños y, en última instancia, la combinación única de miedo y excitación, decepción y emoción de un niño que está aprendiendo sobre el mundo.

La técnica es impecable y el resultado complejo.

Estas son algunas de nuestras ilustraciones favoritas de The Boy in the Garden:

Jiro asomándose para ver a la grulla a lo lejos





Jiro a punto de tocar la grulla, con el padre y el sr. Ozu riéndose a lo lejos
Jiro avergonzado








Jiro encuentra la casita del leñador






















¿No se supone que tú estás perdida en la tormenta?



No, no miraré. ¡Nunca!


Cuando la luna iluminó el jardín del Sr. Ozu,
Jiro ya estaba plácidamente dormido en su cama.










































Lectura en voz alta


Como he dicho al inicio, este libro está dirigido más bien a niños de entre 4 y 8 años (más o menos). Sin embargo tiene un alto factor de interés potencial para niños más pequeños. Algunos libros son disfrutables desde una edad mucho anterior a su edad oficial de lectura. Los aspectos que disfrutan los más pequeños serán muy distintos a los que disfrutan los niños más mayores que entienden toda la historia y todos los matices, pero esto no quiere decir que no lo disfruten (en el caso de mi hijo ¡esto es amor!). Y es fascinante observar cómo lo que disfrutan va cambiando poco a poco a medida que aumenta su comprensión de la historia en sí.

The Boy in the Garden es un libro tranquilo para leer en voz alta, con la dosis justa de tensión y suspense, pero perfecto como cuento de antes de dormir.

Aquí hablo de leérselo a un niño de dos años (evidentemente leérselo a un niño mayor será muy diferente). Para un niño de dos años, los "puntos álgidos" de este libro leído en voz alta son:

-La risa del padre, interrumpiendo la expedición privada de Jiro para tocar a la grulla:
¡Ja, ja, ja!, se oyó una escandalosa risotada.

-El momento en que Jiro divisa una pequeña casita:
"¡Es la casa del leñador! dijo emocionado. Y olvidó cerrar la puerta". (Creo que ésa es una de las partes favoritas de mi hijo).

-Descubrir que la persona que hace ruido al otro lado de la puerta no es el leñador, sino "una mujer alta":
Bienvenido, Jiro-san", dijo, inclinando la cabeza. 
El niño la miró boquiabierto. ¿Cómo sabías mi nombre? 

 -Jiro yendo a recoger leña, volviéndose y diciendo adiós con la mano a la mujer:
"Soy como Papá yendo al trabajo, pensó. Soy el leñador.". 

-Cuando Jiro promete no mirar:
No, nunca miraré. ¡Nunca! ¡Pero no vayas! 


-Y a mi hijo siempre le gustó, y ahora lo repite, el comentario del Sr. Ozu cuando Jiro se despierta:
"¡Qué niño tan rico!, se rió el Sr. Ozu. Se echa cabecaditas en la sala del té, como un gato.
Mi hijo repite: ¡Cómo un gato!   

Las ilustraciones proporcionan muchos detalles para señalar y muchas cosas de las que hablar. Es un libro muy agradable de compartir.

Más acerca de Allen Say
Allen Say ganó la Caldecott Medal en 1994 por el libro Grandfather's Journey (El viaje de abuelo). Ese no lo hemos leído. ¡Habrá que mirarlo!

Aquí una entrevista muy simpática con Allen Say (en inglés):
http://www.oregonlive.com/books/index.ssf/2010/11/portland_author_and_artist_all.html

(c) de todas las ilustraciones en este post: Allen Say, 2010

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