martes, 26 de noviembre de 2013

Pippi Långstrump, un personaje que trasciende las barrreras de género

Para mí, una de las indicaciones más claras de que un personaje de literatura infantil está bien construido es que los niños quieran "jugar" a ser ese personaje, que quieran llevarlo de la experiencia lectora a la experiencia del juego activo. "¿Jugamos a X?"

Siempre he sabido que Pippi Calzaslargas es un personaje fantástico, pero esta mañana mi hijo me ha demostrado que supera todos los baremos de "personaje bien construido". Logra incluso traspasar las barreras de género y que un niño, justo en una edad en la que se está formando su identidad de género y hace mucho tiempo ya que rechaza jugar a ser cualquier personaje femenino,  proponga una fría mañana de invierno camino del cole: "Mamá, ¿jugamos a Pippi? ¿Vale que yo era Pippi y tú Mr. Nilsson?" Y así hemos pasado la media hora de camino al colegio. Yo iba cambiando, a veces era Mr. Nilsson, a veces Tommy y a veces Annika, pero él fue Pippi de principio a fin.

Cuando un personaje es tan bueno, tan interesante,  su género es tan secundario como el color de pelo que pueda tener.

Esto se une a mi reflexión tras mi última sesión de filosofía con niños de 4 años en la que todos expresaron sus máximos deseos. Casi sin excepción (alguna hubo), todas las niñas querían convertirse en hadas o princesas y todos los niños querían que les regalaran un coche de Rayo McQueen. ¡Programada queda una sesión sobre identidad de género!   

Y se me ha ocurrido qué quiero pedir para las próximas navidades:

A los editores de literatura infantil: resístanse a colaborar con la horrorosa "generización" de la infancia y busquen personajes buenos, interesantes, complejos, más allá de su género. No hay excusa. Lo otro es criminal.

A los libreros de literatura infantil: por favor, por favor, por favor, ni se les ocurra clasificar los libros por género, de forma más o menos explícita con la excusa de "el mercado". Tampoco tiene excusa y también es criminal.

A los padres y madres: analicen con un poco más de detenimiento la falsa excusa de que las niñas tienen una determinación genética a que les guste el rosa y los niños a que les guste conducir coches y competir. Denles una oportunidad de centrarse en quiénes son de verdad y en qué quieren convertirse de verdad. Denles oportunidades de ver personajes de su género y del género opuesto comportándose de formas no estereotipadas. Muchas oportunidades, muchas. Porque de los estereotipos ya andan lo suficientemente bombardeados.

Resumiendo, para las próximas navidades me pido:

Una literatura con personajes interesantes, más allá de los estereotipos de género (bueno, puestos a pedir, más allá de los estereotipos y punto).  

Un mundo de personas interesantes, con personalidades interesantes, más allá de su género.

Acabo con una frase que me soltó mi hijo el otro día que no puede resumirlo mejor: "En mi colegio, lo bruto es enemigo de lo cursi, pero yo soy enemigo de los dos". Pues eso.

1 comentario:

  1. No puedo estar más de acuerdo con tu entrada. Llevo 5 años guiando a mis hijas para que asuman una identidad alejada de princesas y rosas, y por ahora no tengo mucho éxito... Gracias por la entrada, es genial.

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