miércoles, 1 de marzo de 2017

Adiós, Dick Bruna

El pasado 16 de febrero murió Dick Bruna, un señor que para mí era como de la familia. Por la lectura de muchos de sus libros, sí, pero también porque, de niña, mi habitación estuvo durante mucho tiempo decorada con este mismo friso:


Mi padre incluso eligió algunas de las imágenes para reproducirlas, pintadas y a mayor tamaño, en las puertas del armario de la habitación.

Todas las noches cuando me acostaba, me miraba fijamente ese león, que al principio me dio miedo (si os fijáis el de Bruna parece estar pensando o dudando; el de mi padre sonreía abiertamente y yo me preguntaba que con qué intenciones) pero luego me dio sosiego.

También veía siempre el oso, de la "b" de bear en inglés, el ratón de la "m" de mouse, el iglú, que mi padre "animó" y convirtió en tortuga, y el esquimal, creo.

Desconozco si hay estudios para determinar el efecto sobre una mente infantil de ver unas mismas ilustraciones todos los días durante años, pero ya de adulta, en mi caso, es mirar estas ilustraciones y llevarme el pulgar a la boca. 

Además del friso, en casa teníamos varios libros de Bruna. Recuerdo bien este de Snuffy, el perrito bombero:

Cubierta
Contracubierta

También recuerdo el de Poppy Pig y cuánto me gustaba su hocico (me encantaba ponérselo de nariz a algunas de las personas que dibujaba).

                                      

De Miffy teníamos unos cuantos, pero el que más recuerdo era Miffy en el parque, que además teníamos en español, si no me equivoco.

La portada nos presenta una Miffy estática montada en un columpio también quieto, quieto. Miffy ha llegado al parque y está lista para la acción. La cubierta remite a la sensación de los niños pequeños al montarse en un columpio cuando no pasa nada. ¿Me empujas? Y también, claro: ¿Me lo lees?

Cubierta
Recuerdo que me encantaban las contracubiertas de Bruna, que siempre contaban algo más. Aquí sí se indica movimiento. ¿Pero ya es hora de irse a casa?
Contracubierta de Miffy en el parque

La Miffy de Dick Bruna tiene todo lo que tiene que tener un conejo y nada de lo que no tiene por qué tener. Por prescindir puede prescindir hasta de orejas y sigue siendo perfecta e inmediatamente reconocible. Dos puntos y una cruz bastan no solo para que la reconozcamos, sino, milagrosamente, para dotarle incluso de expresividad, girando ligeramente la cruz de su boca:

 "Retiro todo lo innecesario, para dejar sitio a la imaginación." Contaba Dick Bruna que su proceso de trabajo solía consistir en retirar una o dos de tres lágrimas para dejar a Miffy con una sola, suficiente para comunicar tristeza y el acto de llorar a sus pequeños (pre)lectores.

La evolución de Miffy desde que apareció por primera vez en 1955 hasta su forma final evidencia una progresión en el proceso de encontrar la línea más económica. La forma de la cara se simplifica y cualquier cosa que estorbe la comunicación, como las puntas de las orejas o la forma achatada del rostro, desaparece.

Las cubiertas de los libros de Miffy son muchas de ellas prácticamente idénticas. Estas cuatro, por ejemplo, son las primeras que aparecieron ya en los libros de formato cuadrado perfectos para manos pequeñas, marca de la casa. 


La protagonista indiscutible es Miffy, la niña-conejo de la misma edad que el lector. Este libro es para ti, se le dice sin necesidad de decirlo al lector. Mírame, ábreme, juega conmigo. Esté en el zoo, en la nieve o en la playa, la vemos a ella. A veces se nos da una pista visual que, aunque no sepamos leer, nos anuncia qué puede haber en su interior. Otras veces hay que dar la vuelta al libro para saber más: 
En una edición posterior la contracubierta
se convertiría en la cubierta, pero hay algo gustoso
en tener que darle la vuelta para saber más.  

La comunicación visual con el prelector es inmediata y en todos casos se lo atrae con un "vente conmigo" o un "vente para acá", "toca mi cubierta", "ábreme", "entra". 

Sin saber leer, esta portada nos invita a contar: seis calcetines, suficientes para tres personas o para un caballo y medio.  

Una de nuestras portadas favoritas. ¡A contar calcetines!

En el caso de las cubiertas de Miffy, desde todas nos mira fijamente a los lectores, excepto desde ésta, la de uno de los libros más polémicos de Bruna.  Aunque no sepamos qué es un cementerio, ni una lápida, si conocemos el personaje de Miffy, enseguida nos preguntaremos qué pasa. ¿Por qué no nos mira?



Abrimos y encontramos tristeza, pero también cierto consuelo. Se atrevió a retratar a la abuela de Miffy en su ataúd y a la familia entera en pleno duelo. "Llega un ataúd para la abuela, bonito por dentro y por fuera. Está arropada con suaves telas, parece que está a gusto la abuela."






Pero más allá de algunos libros específicos, uno de los recuerdos de infancia que más me vienen a la mente en relación a las ilustraciones de Bruna es que de vez en cuando me gustaba copiarlos y, ya de más mayor, me ponía el reto de dibujar cualquier objeto que me rodeara con el mínimo número de trazos posibles, "a lo Dick Bruna". Esas copias y esos retos me enseñaron mucho sobre lo difícilísimo que era hacer algo tan, tan sencillo.
No sólo lograba reducir los dibujos a las mínimas líneas; su capacidad de síntesis para plasmar en una sola imagen un determinado personaje o idea es absolutamente hipnotizante.

Estas cuatro portadas de Cenicienta, Blancanieves, Pulgarcito y Caperucita son fantásticas:





Por no hablar de las contraportadas: 




Pero determinadas escenas de los interiores lo son aún más.
El lobo feroz de Bruna


Cenicienta pierde su zapato

Las hermanastras muestran sus zapatos. ¿Ensangrentados?

Y uno de mis favoritos de todos los tiempos, del libro Navidad, el único que es rectangular (el doble de largo que los libros de Bruna habituales), para facilitar la posibilidad de compartirlo con un adulto:



Este talento de síntesis lo había ejercitado ya durante unos años antes de empezar a hacer libros para niños, en la editorial de su padre AW Bruna, cuya gestión heredaría su hermano, y para cuya colección de novela negra Zwarte Beertjes (Osos negros) hizo muchísimas portadas.

Aquí algunas que me han gustado especialmente:

La náusea, de Jean-Paul Sartre
El resto de los robots, de Isaac Asimov



























Tres zapatos de mujer,  Francis Durbridge. 

Diseño de cubierta de la revista Literair Akkoord,
que reunía una selección de artículos aparecidos
en distintas revistas literarias holandesas durante
cada año. 

Un libro de recetas inglesas


Dos gotas de sangre, de Frederic Dard.



Chinese Handwassing, de Anton Roothaert
La serie de El Santo, de Leslie Charteris. ¿Mi favorita?






































































La serie del Inspector Maigret, de Simenon.
La serie del Inspector Maigret, de Simenon.

Una de las cosas que me parecen más interesantes de Dick Bruna es el hecho de que insistiera en hacer absolutamente todo a mano hasta el final. "Un dibujo de Miffy me puede llevar un día entero. Todo un día para pillar bien el ángulo de la cabeza o la ubicación de una lágrima.”

Me fascina la defensa feroz de la importancia y de la diferencia en el resultado de dibujarlo a mano, justamente en el caso de un estilo -bidimensional, frontal, con colores primarios- que en principio podría ser un candidato perfecto para la digitalización y el "total, ¿qué más da? queda bien también". Sin duda, el trazo manual con pincel le aporta una calidez y una personalidad a la linea de las que carecen su descarada copia cursilona Cathy, amiga de Hello Kitty, por poner un ejemplo. 


Afortunadamente, además, Miffy está a salvo de que la reduzcan a Cathy porque Bruna fue claro en sus instrucciones: nadie podrá hacer más Miffys después de su muerte. ¡Que viva Miffy!



Y me despido con una de mis portadas favoritas de Dick Bruna. Voy a zambullirme un rato con éstos dos y chuparme el pulgar un ratito. 


Este libro tuvo dos portadas, uno con el pez más grande,
con una lágrima, y ésta. Me gustan las dos,
pero me encanta el rostro serio-concentrado
-ahora se interpretaría que está triste-
de la niña que nos invita a entrar al libro
sin tener que sonreír ñoñamente.. 

¡Adiós!

(c)  Texto: Ellen Duthie, 2017. Todas las ilustraciones de esta entrada son de Dick Bruna.  

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