¿A qué sabe la luna? de Michael Grejniec.
Traducción al castellano: Carmen Barreiro.
Kalandraka Editora, 1999.
Título original en alemán: Wie schmeckt der Mond?, Bohem Press, 1993
¿A qué sabe la luna? es una fábula sobre la cooperación, sobre las ventajas que puede llegar a ofrecer ser insignificante en tamaño y apariencia y sobre la perspectiva, todo aderezado con un poco de humor, cortesía de una luna burlona. ¡Nos encanta!
El texto
“Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabía la luna”. Pero por mucho que lo intentaban, ningún animal era capaz de alcanzarla para comprobarlo.
Así que un día la tortuga decide subir a la montaña más alta para remediarlo. En la cima de la montaña, efectivamente la luna está mucho más cerca, pero todavía queda un poquito para poder tocarla. Así que llama al elefante, que se sube encima de la tortuga para ver si así llegan. La luna se lo toma como un juego y decide alejarse un poquito. Y así, el elefante tampoco llega. Así que van llamando a los demás animales hasta formar una improbable torre con la tortuga en la base, seguida del elefante, la jirafa, la cebra, el león, el zorro, el mono… y cada vez que la luna ve llegar a otro animal, se aleja un poquito más para evitar que logren su objetivo. Hasta que por último, el mono, que “ya puede oler la luna”, llama al ratón.
Cuando la luna ve al ratón, piensa que no le hace falta distanciarse, ni siquiera un poquito, tratándose de un animal tan pequeño. Y el ratón escala la torre de animales y ¡por fin! consigue arrancar un trozo pequeño de luna. Luego le va pasando un trozo a cada uno de los demás animales. ¿Y a qué sabe? Pues a lo que a cada uno le gusta más. Después de su formidable hazaña, los animales se acurrucan todos juntos y se duermen.
Así que un día la tortuga decide subir a la montaña más alta para remediarlo. En la cima de la montaña, efectivamente la luna está mucho más cerca, pero todavía queda un poquito para poder tocarla. Así que llama al elefante, que se sube encima de la tortuga para ver si así llegan. La luna se lo toma como un juego y decide alejarse un poquito. Y así, el elefante tampoco llega. Así que van llamando a los demás animales hasta formar una improbable torre con la tortuga en la base, seguida del elefante, la jirafa, la cebra, el león, el zorro, el mono… y cada vez que la luna ve llegar a otro animal, se aleja un poquito más para evitar que logren su objetivo. Hasta que por último, el mono, que “ya puede oler la luna”, llama al ratón.
Cuando la luna ve al ratón, piensa que no le hace falta distanciarse, ni siquiera un poquito, tratándose de un animal tan pequeño. Y el ratón escala la torre de animales y ¡por fin! consigue arrancar un trozo pequeño de luna. Luego le va pasando un trozo a cada uno de los demás animales. ¿Y a qué sabe? Pues a lo que a cada uno le gusta más. Después de su formidable hazaña, los animales se acurrucan todos juntos y se duermen.
La fábula acaba con un vuelco a la perspectiva en forma -más que de moraleja- de epílogo, que nos transmite un pez mirando la luna en el agua.
Las ilustraciones
Las ilustraciones realizadas con acuarela sobre papel maché crean una ilusión de tres dimensiones fantástica y una textura que resulta casi comestible.
Nos gustan mucho tanto las escenas de los animales y la luna sobre el fondo negro de la noche como las ilustraciones de los animales que van llegando sobre el fondo blanco de la página de texto.
Aquí tenéis a los simpáticos personajes de este cuento:
La tortuga, que aquí no lleva el mundo sobre las espaldas como en el mito hindú, pero sí una torre formidable. |
El elefante |
La jirafa |
La cebra |
El león. ¡Nos encanta este león! |
El zorro |
El mono |
Y nuestro gran héroe, el ratón. |
Aquí están la base de la torre y la torre completa:
Y el mordisco, por fin:
Lectura en voz alta:
Como muchos cuentos tradicionales, ¿A qué sabe la luna? tiene una estructura repetitiva y acumulativa perfecta para enganchar a pequeños oídos.
Nosotros añadimos un grito para llamar a cada animal: '¡Elefanteeeee! ¡Elefanteeeee!', ¡Jirafaaaaa!, ¡Jirafaaaa!' que anima a nuestro hijo a participar en la narración. ¡Le encanta llamarlos a todos!
Y al final, en el momento en que los animales están saboreando por fin los trocitos de luna y les está sabiendo a lo que más le gusta a cada uno, le explicamos a nuestro hijo que a él la luna le sabría a queso y a brécol, que son las dos cosas que nunca, nunca, nunca rechaza.
Otras cosas que nos gustan
Una cosa que me gusta especialmente de ¿A qué sabe la luna? es que en lugar de acabar con una moraleja simplona, cierra con una bonita pregunta sobre cómo nuestra perspectiva afecta nuestra visión del mundo y nuestra interacción con él.
Creo que va a ser un libro con "larga vida de estantería", como dicen en inglés.
(c) de todas las ilustraciones en este post, Michael Grejniec, 1993.
Qué bien! Lo compraré en alemán y así no tendremos problemas con la traducción!
ResponderEliminarTampoco era mi intención decir que la traducción fuera mala, pero es cierto que hay cosas en las que discrepo. ¡Ya me contarás qué tal en alemán!
ResponderEliminarque gracioso!
ResponderEliminarEllen, ayer le enseñaba tu blog a mi prima Piluca y nos pusimos el audio de este libro... Los niños, que estaban saltando en ese momento, acudieron como moscas mansas al ordenador, Tim y Bernardo, que estaban tumbados en los sofás, estuvieron a punto de dormirse, y Bruno siguió todo el cuento repitiendo algunos animalitos... ¡Vamos a tener que contratarte a la hora de la siesta para poder hacer la digestión más tranquilitos!
ResponderEliminarMuchos besos
Ay, qué bonica escena, Gemma, jeje. Gracias por contármela. Me alegro de que sirva, aunque sea para dormir a los mayores! Muchos besos a vosotros!
ResponderEliminarJajaja
ResponderEliminarNo, los mayores estaban sedados con tu cuento... Y la verdad es que estaban muy cansados y ya en plena postura siestil.
Nos gustó mucho, mucho.
Besos
A nosotros nos encanta este libro, además, la versión española venía con un póster de todos los animales que ahora tenemos colgado en nuestra pared.
ResponderEliminarPero no conseguimos encontrar la versión original en alemán, ni tampoco está en las bibliotecas :S Tendremos que buscarlo de segunda mano por algún sitio!
¡Sí! Nosotros tenemos el póster medidor en la pared también, bien chulo. Suerte con encontrarlo en alemán! Acabo de mirar en Amazon.de y lo tienen en un sitio de segunda mano por 5.99. Corre, corre!
ResponderEliminarEste fue un libro que solía leer a mi hijo de 3 años,ahora tiene 18, era uno de los que siempre queria volver a llevar a casa de la biblioteca. Es precioso si.
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