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sábado, 11 de junio de 2011

El tigre que vino a tomar el té: ¡Glup!

El tigre que vino a tomar el té, de Judith Kerr, 1968.
Edición en castellano: Kalandraka, 2010. Traducción de Xosé Manuel González. 
Nuestra edición: The Tiger Who Came to Tea, HarperCollins, 2007.


Haz clic en la cubierta para escuchar cómo leeríamos nosotros El tigre que vino a tomar el té (si lo tuviéramos en español). 


O si prefieres escuchar cómo lo leemos en inglés, haz clic aquí: 


Publicado por primera vez en 1968, El tigre que vino a tomar el té, de Judith Kerr, sigue siendo uno de los libros infantiles más vendidos y más queridos en Reino Unido. El éxito fue instantáneo también con mi hijo, desde la primera vez que se lo leímos, con alrededor de dieciocho meses, y parece que seguirá siendo uno de sus libros favoritos durante bastante tiempo todavía. 

El secreto detrás de haber mantenido su éxito durante más de cuarenta años desde su fecha de publicación, a pesar de mostrar un modelo de familia anticuado, y de referirse a la 'cerveza de papá' (en la versión en castellano se queda en 'cerveza' sin precisar de quién), tiene que radicar en la encantadora y surrealista naturalidad y despreocupación con la que la niña y la madre del cuento dejan entrar a un tigre en su cocina a merendar.

La repentina irrupción de este "enorme, rayado y peludo tigre" en una escena de madre e hija completamente rutinaria se representa como algo emocionante y divertido, pero al mismo tiempo como algo absolutamente natural y carente de mayor problema. ¿Que llega un tigre a merendar? Pues nada, que pase, que pase. La madre e hija son al mismo tiempo participantes y observadoras de cada escena y esto hace que los lectores sientan que ellos también están mirando y participando. Así, el lector se introduce en la historia y se plantea la posibilidad bastante divertida de que en su casa también podría sonar el timbre en cualquier momento y que podría resultar también ser un tigre. ¿A alguien se le ocurre algo mejor que imaginar en una tarde cualquiera en casa? 

El texto
Sofía y su madre están merendando en la cocina cuando suena el timbre. Se preguntan quién puede ser, pero no se les ocurre quién, así que van a abrir la puerta. 

Cuando Sofía abre la puerta, se encuentra un tigre que dice, con toda educación: "Discúlpenme, estoy hambriento. ¿Podría tomar un té con ustedes? La madre de Sofía le invita a pasar y le ofrece un sándwich. El tigre se zampa todos los sándwiches de un solo bocado. '¡Glup!' y, con cara de tener mucha más hambre, hace lo mismo con todos los pasteles, todas las galletas y toda la tarta, regándolo con toda la leche de la jarra y todo el té de la tetera. Luego se pone a rebuscar más,  hasta que acaba con toda la comida que hay en la casa y con todo el líquido también, incluida el agua de las tuberías.  

Entonces, también con mucha educación, dice "Gracias por el té. Será mejor que me vaya ahora", y se va.   

Cuando el papá de Sofía vuelve, le cuentan la visita del tigre y lo que pasó y él propone salir a cenar. Así que salen, ya de noche. 'Todas las farolas de la ciudad estaban encendidas, y todos los coches llevaban las luces puestas',  y se van a cenar a un restaurante. 

Al día siguiente, Sofía y su madre van a hacer una gran compra y se acuerdan de comprar una lata de comida para tigres por si acaso.

Las ilustraciones
  
Las ilustraciones en tinta y cera de Judith Kerr utilizan una paleta de colores cálidos para representar de forma estupendamente expresiva una experiencia muy extraordinaria en términos reconfortantemente familiares. 

Éstas son algunas de las ilustraciones de El tigre que vino a tomar el té

El tigre se sienta a merendar
Bebiéndose todo el té de la tetera
Bebiéndose toda el agua del grifo

Me encanta la cara de buena gente y de descaro del tigre.  

Y me encantan los calcetines a juego con la corbata del padre, aquí:



Lectura en voz alta

El tigre que vino a tomar el té es muy agradable de leer en voz alta por varios motivos. Tiene repetición (principalmente todos los "todos" y "todas": todo el té de la tetera, todos los paquetes de la despensa, todas las luces de la ciudad..."), diálogo (una oportunidad para poner voces distintas), y -en la versión original inglesa, que es la que leemos en casa- un uso estupendamente comedido y efectivo de la rima esporádica ('tea', 'be', 'key', 'see').   

Hubo varias cosas que a mi hijo le gustaron de El tigre que vino a tomar el té desde la primera vez que se lo leímos, con aproximadamente dieciocho meses. Siempre le ha gustado mucho: 1) el tigre comiéndose todo de un solo bocado: '¡GLUP!'-esto lo hemos aprovechado más de una vez para animar las comidas y funciona de maravilla-, 2) el dibujo del padre con la llave: '¡LLAVE!', 3) la imagen del padre llegando a casa y quitándose el sombrero: ¡Hola!-el¡Hola! lo añadimos nosotros -, 4) señalar las salchichas que se comen al final en el restaurante y 5) el tigre tocando la trompeta al final: Adiós--- Adiós... Adiós -tanto que le acabamos comprando una trompetita de juguete-. 

Desde el punto de vista de la persona que lo lee en voz alta, tiene un buen ritmo y fluye con gracia, aguantando mejor que bien más de un par de lecturas consecutivas. 

Otras cosas

A mucha gente parece incomodarle el hecho de que la madre parezca un poco paradita, de que en la versión original el tigre se beba 'toda la cerveza de Papá' y de que al final la madre se queje de que no les queda nada para hacer 'la cena de Papá' (estas dos últimas referencias al padre de hecho han desaparecido en la traducción al castellano). Es cierto que incluso para los años 60 británicos, es todo un poco años 50. Si realmente incomoda, supongo que se pueden cambiar esas partes o dejarlas fuera (pero puestos a cambiar, ¿habría que cambiar también la cena del final por algo más saludable que salchichas y patatas fritas?). Otra opción sería relajarse un poco, aceptar que las épocas cambian y que la literatura forma parte del testimonio de cada época, y disfrutar de la emoción de dejar entrar a un extraño en casa. 

Una de las cosas que me encanta del final de El tigre que vino a tomar el té es la sensación de que está ocurriendo algo muy especial cuando salen de casa para ir a cenar y está todo oscuro. 'Todas las farolas de la ciudad estaban encendidas y todos los coches llevaban las luces puestas'. Casi, casi tan emocionante como que venga un tigre a merendar. 

Si te interesa leer más acerca de Judith Kerr (autora también de la serie de libros sobre el gato Mog y de Cuando Hitler robó el conejo rosa), echa un vistazo a estos artículos (en inglés): 




(c) de todas las ilustraciones de este post, Judith Kerr, 1968. 

4 comentarios:

  1. Es genial, me encanta este cuento. De hecho lo traduje para dárselo a mi hija por su cumpleaños. Y hoy me topo con esta traducción, excelente y también distinta a la mía, lo cual prueba que es una gran traducción, interpretativa, vital. La mía usa un español más latinoamericano. Felicitaciones por el blog y por la traducción. Me diste una gran idea con lo de las "tuberías secas". Yo me quedé estancada en algo del tipo: se bebió toda el agua del grifo hasta que no quedó una sola gota, lo cual no soluciona el problema de comprensión, pues hoy en día es imposible beberse toda el agua porque ya nadie usa cisternas, jeje. Te recomiendo un libro maravilloso en inglés: una versión para niños de un cuento de Tolstoi: Philipok. Saludos desde Alemania, Margarita

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  2. Hola Margarita, gracias por tu comentario. La traducción no es mía, es de Xosé Manuel González, publicada por Kalandraka. Gracias por la recomendación de Philipok (lo buscaré), y por pasarte por el blog!
    Un saludo, Ellen

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