martes, 25 de junio de 2013

Mejunjes culturales, literarios y lingüísticos: La extraña pareja del matrimonio Ahlberg y Federico García Lorca

Each Peach Pear Plum
Janet y Allan Ahlberg
Publicado por primera vez en 1978
No está editado en castellano
Mientras escribo la próxima reseña para Lo leemos así (que será sobre uno de nuestros personajes preferidos en casa: el pequeño rey de Javier Sáez Castán), me viene a la cabeza una entrada de blog inclasificable, pero necesaria, desde el punto de vista de uno de los objetivos principales de este blog: hacer un archivo familiar de cómo leemos los libros que más nos gustan. En esta casa somos cultural, lingüistica y literariamente bilingües y por tanto cómo leemos lo que nos gusta está bastante influido y mediado por esta circunstancia.
Hay un libro en concreto que leímos a nuestro hijo desde que nació prácticamente (fue un regalo de sus abuelos maternos). Se trata del clásico Each Peach Pear Plum, del matrimonio Ahlberg (autores también de El cartero simpático o unas cartas especiales y del estupendo Peepo! -sin traducir-). Es un concepto muy sencillo, ejecutado con ese tipo de maestría que hace que nos parezca facilísimo. Es una rima enlazada, es un juego de "veo veo" y es un "¿Dónde está Wally?", todo en uno. Aparecen personajes de cuentos (Pulgarcito, Cenicienta, los tres osos, Robin Hood, la bruja malvada) y de rimas tradicionales inglesas, primero escondidos (donde se nos invita a jugar al "veo, veo"), y luego al descubierto en la siguiente página. 

Pulgarcito "escondido"
Pulgarcito a la vista, y "Mother Hubbard" escondida 


Al final salen todos de su escondite -¡Tachán! y se zampan un pastel de ciruelas. Ñam ñam. 


Muy recomendable a partir de los pocos meses de edad y también para no nativos. Es una forma estupenda de familiarizarse con el ritmo y la musicalidad del inglés, además de conocer los personajes de muchas "nursery rhymes" tradicionales. La excusa perfecta para luego ir a buscar cada una de las rimas tradicionales donde aparecen los personajes. 

Para nosotros en concreto, recitar el texto (es facilísimo aprenderselo de memoria, porque la última frase de cada página es el comienzo de la siguiente) se ha convertido en una parte indispensable de la hora de dormir. Cuando hemos acabado de leer los cuentos, apagamos la luz y recitamos Each Peach Pear Plum. La reconfortante familiaridad de la rima garantiza que habrá un niño dormido antes de terminar el recital. Llevamos con este ritual al menos tres años y no tiene pinta de desaparecer pronto. 

Pero a lo que iba. Este post trataba de nuestro particular y naturalísimo mejunje lingüístico-cultural. Resulta que desde pequeño, yo le cantaba a mi hijo la Nana del caballo grande (de Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, en versión adaptada como la canta Camarón, pero mucho más suavecito -y con bastante menos duende-), probablemente porque era la única nana en español cuya letra me sabía. Y así, hemos acabado de noche con este extrañísimo mejunje: La nana del caballo grande (de Lorca-Camarón) seguido sin pausa del recital de Each Peach Pear Plum. Tres años, tres, de esta extraña pareja. Y no me gustaría que la olvidáramos nunca:

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