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miércoles, 15 de abril de 2015

¿Sales a jugar?: ¡Undostresesconditeinglés!

¿Sales a jugar? Texto e ilustraciones de María Pascual.
Narval, 2015.

















A lo largo de las páginas de ¿Sales a jugar? once niños y niñas, un perro y un gato juegan a seis juegos tradicionales, -el escondite inglés, el pañuelo, el sogatira, el balón prisionero, policías y ladrones y el churro-va- de los que, quizás con distintos nombres y variaciones, pueden rastrearse versiones en prácticamente todos los rincones del mundo. Todos los personajes están unidos en el juego, pero cada uno tiene su propia trayectoria también. Lo lees una vez. Y luego quieres volver y volver y volver a leerlo desde el principio, fijándote cada vez en un personaje distinto y en detalles diferentes. 

El texto

Las imágenes funcionan poderosa y perfectamente sin texto, pero en este caso, Pascual ha dado con una fórmula para incluir texto de forma que aporta y no resta a unas imágenes tan potentes que hubiera sido realmente fácil desvirtuarlas con un texto entrometido o superfluo. Pascual usa el texto únicamente como introducción a cada juego y luego calla para que leamos las imágenes a gusto. La introducción a cada juego no son unas instrucciones al uso, ni una explicación de cómo se juega sin más. Más bien se centra en dar claves para disfrutar y entrar de lleno en el espíritu de cada juego, dando opciones y propuestas para distintas personalidades y rebuscando y evocando la experiencia subjetiva y emocional del juego. 
    
Por ejemplo, en el escondite inglés nos habla de estilos: de los que prefieren decir "¡Uuuuuuun doooooos, treeees, esconditeeee ingléeeees!, frente a los defensores del estilo ultrarrápido de "¡Undostresesconditeinglés!". En el pañuelo nos habla del hormigueo previo a que se anuncie el número, de la sensación de responsabilidad del que atrapa el pañuelo, del temor al fracaso. En el sogatira, nos habla de la importancia del equilibrio de fuerzas y de la posibilidad de que, a veces, la risa esté por encima de las reglas. En el balón prisionero, nos habla del arte del despiste y del amago, y de una posible abducción por extraterrestres, en policías y ladrones nos habla de táctica y de elegir bien a los miembros de tu equipo y del riesgo de que se olvide a alguno de los ladrones en su escondrijo, si éste es demasiado excelente y alejado. Por último, en el churro-va nos enumera una serie de posibles estratagemas y recursos, algunos más crueles que otros, para sobrevivir con dignidad antes de inevitablemente acabar tirados por el suelo.  

Astutamente, Pascual refresca a los adultos la memoria (¿cómo se jugaba a eso?), mientras que da a los niños y niñas lectores algunas claves que, junto con las imágenes, permiten comprender las reglas de juego y el espíritu y lo que verdaderamente importa en cada juego y, en el caso de que ya los conozcan y hayan jugado con anterioridad, a pensar en su propia relación con el juego en general, con otros jugadores y con cada juego en particular. 

Mediante un extraordinario trabajo de desarrollo de personajes, ¿Sales a jugar? ofrece también a los lectores amplias oportunidades de identificación, reconocimiento, indignación y admiración -de observación y reacción al fin y al cabo- que garantizan la implicación de los lectores y lectoras, tanto pequeños como grandes.      


Las ilustraciones

Pero el festín de ¿Sales a jugar? es por encima de todo, un festín visual. Con una técnica mixta sobre tablitas de madera, los dibujos a lápiz con gouache de María Pascual cobran textura y vida con el collage -la ropa de los niños, la pelota y otros detalles son trozos de tela que incluso impreso sobre papel se dejan casi sentir.  
Una escena de El escondite inglés. El tramposo, el que va primero, ha tirado
a la penúltima niña al suelo. Mientras, otro chico juega a saltar como un conejo 
y el pequeño, distraído y demasiado pequeño quizás para entender del todo, 
se mete el dedo en la nariz. 
Una escena de El balón prisionero. En esta ocasión al actor le apetece
hacer de mono. El pequeño sigue distraído. 



Y el momento inmediatamente posterior a la escena anterior.
¿Habrá sido queriendo? Hasta el mono se asusta.
¿Habrá venganza? 

Escena de El churro-va. Aquí tiene todo el sentido jugar a ser rana.





































Compartir el libro en voz alta
El texto no es un texto que necesariamente tenga que leerse en voz alta cada vez que se lea el libro. También dependerá de la edad de los niños con los que se lee. Como hemos dicho al inicio, las imágenes se sostienen potentemente por si solas. Con los más pequeños bastará con leer las imágenes. Con los más mayores se puede leer y disfrutar también el texto. 

A mi hijo de seis años le divierte el texto y ha pedido que se lo lea íntegro todas las veces que lo hemos leído, pero le encanta especialmente leer todo el libro fijándose en un personaje solamente y luego volver al principio y leerlo de nuevo fijándose en otro... así se puede llevar un buen rato. 

Mientras, hay mucho que comentar, y que hablar. ¿Tú jugabas a esto de pequeña, Mamá? A casi todos, sí. ¿A cuáles juegas tú en el patio del colegio? ¿A cuáles te gustaría jugar? De momento, ha llevado ya un juego nuevo a su patio. La semana que viene dice que elegirá otro. 

Qué nos gusta especialmente de ¿Sales a jugar? 

¿Sales a jugar? es un libro repleto de acción y de movimiento. Este movimiento produce ese tipo de melodía sobre papel de la que hablaba Sendak que es tan gozosa de encontrar. Realmente el ritmo de las imágenes es uno de los grandísimos logros de este ¿Sales a jugar? y el motivo por el que resulta tan contagioso. Cuando lo lees apetece muchísimo jugar y a nosotros nos encantan los libros que mueven a la acción. 

Por otra parte, el juego es algo que se representa poco en los álbumes ilustrados (al menos a partir de cierta edad -se diría que sólo los bebés juegan-). Este libro es una compensación por toda esa escasez. Una celebración por todo lo alto del juego y sobre todo, del juego en la calle. También es una fantástica reivindicación del juego no supervisado por adultos, esa experiencia tan difícil de regalar en las calles y parques de las ciudades de hoy. Pero al mismo tiempo, los adultos están bien presentes, como transmisores generosos pero no entrometidos de estos juegos tradicionales. 

¿Sales a jugar? ¡Tomemos la calle!" 

2 comentarios:

  1. Pero qué cuento tan bonito! Mi hijo es muy feliz en sus momentos de juego libre, que procuramos que sean muchos. Me lo apunto. Gracias :)

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  2. Fue uno de los cuentos que me ha tocado en un premio y tan solo lo he leido rápido una vez ahora ya se en qué fijarme. Gracias. Gran entrada.

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