A Buen Paso, 2017
Versión original: Two Mice
Clarion Books, 2015
Desde que salió Two Mice en 2015 llevo tratando de sacar el tiempo necesario para dedicarle una reseña como merece mi entusiasmo por este libro. Ha tenido que salir Dos ratones (¡gracias, A Buen Paso!), y hace dos meses ya, para que algo en mí me diga que esperar más sería impresentable.
Dos ratones es sin duda uno de los álbumes que más me ha gustado en los últimos años.
Proponerse escribir un libro para contar para primerísimos contadores y prelectores y aspirar a la originalidad es ambicioso a estas alturas y sin embargo Ruzzier no se arruga, persiste y lo consigue: un, dos, tres, tres dos uno. Así de fácil. Ruzzier aplica el patrón ascendiente y descendiente de contar y descontar hasta tres, cuatro veces. Ni más de menos. Esos cuatro movimientos proporcionan la puntuación, el ritmo y la estructura del vaivén principal del libro: un viaje de ida y vuelta del hogar. Para adelante, para atrás, adelante y atrás, adelante y atrás, adelante y atrás. Tiene algo de nana, que mece; algo de marea, que lleva y trae; y algo de baile, en el que el autor lleva el ritmo y el lector se entrega. Y un final con sopa. Aaah.
Con unas guardas de apertura en color amanecer asalmonado y unas guardas de cierre de un azul de noche estrellada, Dos ratones arranca aprovechando bien el papel, integrando la página de título, autor y editorial en la historia.
¿A quién pertenecerá el agujero de ratón a la derecha? |
¿Cómo se dividen tres pastas de forma justa? ¿Hay que esperar hasta comprender las fracciones? |
Y efectivamente, Dos ratones es inquietante...
Qué curiosas garras tienen estos arbolitos. |
¿Cuál de los tres pajaritos se quedará sin comer? De nuevo nos surge la pregunta sobre el reparto justo. |
¡Pero no teman! Dos ratones acaba con una reconfortante secuencia numérica final cocinada en sopa. Tres, dos, una... sopa. Y cada vez que abrimos el libro por esa última página, no cabe duda: todavía está caliente.
Hace unos años, cuando mi hijo tenía unos cuatro años, alguien le regaló un pequeño librito que resumía Bambi en unas 80 palabras. Me pidió que se lo leyera -Bambi nació-Bambi creció-La madre de Bambi murió-Bambi conoció a su padre- y cuando terminé vi en su rostro una expresión de aburrimiento máximo. "It's very boring! It's all Action! Action! Action! and no story!". ("¡Qué aburrido! Es todo acción!" acción! acción! y nada de historia").
La primera vez que leímos Dos ratones, del italiano afincado en Brooklyn Sergio Ruzzier dijimos todos: ¡Otra vez! Y leímos Dos ratones dos veces. Y tres. Un, dos, tres.
Y mi hijo, un-dos-tres años más tarde, hizo una apreciación relacionada con aquella de la infame versión de Bambi: "Qué bueno lo que ha hecho el autor. Podría haber escrito esto: Una mañana, dos ratones salieron a dar un paseo, se encontraron con unos peligros y problemas por el camino pero al final llegaron a casa a salvo y se tomaron una sopita. Pero lo que ha hecho es muchísimo mejor.".
Aquella versión de Bambi era todo verbo. En el texto de Ruzzier no hay ni un solo verbo. Toda la gramática de la acción se representa en la imagen y en la mente del lector.
Es interesante leer cómo el propio Ruzzier cuenta el proceso de creación del libro.
"Dos Ratones tiene, probablemente, el texto más sencillo de todos mis libros, pero ha sido con diferencia el más difícil de escribir.
"Al principio, simplemente quería escribir una aventura que también funcionara como un libro para contar. Un libro para contar clásico, del 1 al 10. Conocía y me encantaban Pigs from 1 to 10 de Geisert y Cuando los borregos no pueden dormir de Satoshi Kitamura, y me planteé tratar de hacer algo similar. El primer borrador empezaba así: “One nice morning / Two small mice / Eat three cookies. / Then wear four skates / And fall five times.” (Una bonita mañana, dos pequeños ratones comen tres galletas. Se ponen cuatro patines y se caen cinco veces. Y así. Era muy mono, pero, predeciblemente predecible." (A lo Bambi).
"Ahí es cuando empecé a pensar en que debía encontrar una estructura que invitara a más giros inesperados. Así que pensé ¿Y si después de llegar al 3 volviera al 1? Y luego vuelta al 3? Esto me daría un patrón que seguir, que fuera en paralelo a los sube-y-baja de la historia de los ratones, que mientras tanto se iba desarrollando en mi cabeza en términos de contenido. Al mismo tiempo, sentí que siendo ya sencillo el texto, no era lo suficientemente sencillo. Así que me libré de los adjetivos innecesarios y limité cada línea a solo dos palabras. No fue fácil, sin embargo, encontrar las palabras adecuadas y los acontecimientos adecuados para ese patrón de 1-2-3-3-2-1. De hecho, fue muy, muy difícil. [...] Pensé que no podría lograrlo, pero cuando por fin solucioné el puzzle, me alegré mucho de que mi editora hubiera insistido tanto."
Dos ratones es un álbum ilustrado ejemplar en términos de economía y en términos de redondez. Es exactamente lo que debe ser un álbum y un ejemplo perfecto de lo que un autor de álbum ilustrado quiere conseguir cuando se propone crear uno.
Lectura en voz alta
En esta ocasión, nos apuntamos a la sugerencia del propio autor, que sugiere que una forma divertida de leerlo es leerlo una vez a un ritmo normal y luego ir leyéndolo una y otra vez, cada vez más rápido. Una casa, dos ratones, tres pastas. Tres barcas, dos remos, un barquero. [...] Tres picos, ¿dos bocados? Una huida. Un camino, dos estrellas, ¡tres hurras! Tres zanahorias, dos cebollas, una sopa.
A nosotros en casa nos resulta MUY divertido leerlo de forma que transmita el peligro en las partes peligrosas, el alivio en las partes aliviantes, el suspense en las partes inquietantes. Con un poco de práctica, se monta todo un teatro.
La traducción
Dos ratones sería el típico libro que muchas editoriales pensarían que no merece la pena mandar a traducir porque "total, qué más da, son solo 48 palabras y las puedo hacer yo". Pero A Buen Paso entiende que no, que precisamente cuando solo hay 48 palabras y ninguna sobra, importa mucho qué palabras se usan y hace falta tener a alguien que sabe lo que hace. La traducción de Lara Meana preserva el ritmo, elige con acierto cada palabra y hace que te olvides de que es una traducción.
El formato
Es de un tamaño perfectamente gustoso (15 x 19 cm), incluso para manos grandes, pero especialmente para las manos pequeñas a las que va dirigido.
Explica Ruzzier a Martha Parravano de The Horn Book: "Desde el principio, pensé en un tamaño pequeño para Dos ratones. Es una aventura con ritmo rápido con un texto muy breve, que se presta naturalmente a un formato pequeño. Siempre recuerdo las palabras de Beatrix Potter, que dijo desde el principio que quería crear "libros pequeños para manos pequeñas". Y en la misma entrevista citada arriba sobre Dos ratones que apareció en el blog Seven Impossible Things Before Breakfast, añadió: "Quería que los niños pequeños pudieran manejarlo con facilidad y llevarlo consigo de un lado a otro - quizás incluso llevárselo a la cama".
Y os dejo con esa imagen de un niño abrazado a su libro cual osito.
Otras reseñas de obras de Sergio Ruzzier en este blog:
Amandina
La sala de las maravillas
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